(Foto de Eamon McCabe para The Guardian)
Hacía días que no leía prensa extranjera con regularidad. Ayer volví a hacerlo y me golpeó la noticia de la muerte del último brigadista británico que quedaba con vida, David Lomon.
Hay veces que evocar, para escribir, cuesta. Y hay veces que no hace falta, porque sale solo. Lo primero que escribí cuando considero que empecé a hacerlo de verdad fueron unas estrevistas a Sol Frankel, George Wheeler y David Marshall, miembros de las Brigadas Internacionales. Les contacté a través de la biblioteca de Karl Marx, en Londres, y cada uno estuvo encantando de recibirme en su casa. No era un encargo. Necesitaba saber, y salí de cada encuentro estremecida. Escribí las entrevistas y aún las guardo. En esos encuentros hablaron de cosas terribles y cosas maravillosas. Yo las recuerdo todas.
Años después, trabajé en un diario digital que tenía que cubrir una exposición sobre las Brigadas Internacionales. Y escribí esto. Salió solo, sí. Evocarles no costó nada. Queda aquí como homenaje. En la foto, Sol Frankel, con quien tuve una amistad que duró todos los años que él permaneció con vida y con quien me carteé hasta que murió.
No quedaban animales en el zoo, se los habían comido todos. Por más que pasa el tiempo, sigue siendo la frase que más me impacta sobre la guerra civil. Y es de David Marshall, un inglés de las Brigadas Internacionales. Estábamos en su casa en Mile End -mal barrio londinense a finales los noventa-, antes de que se instalara la modernez , y era mi primera entrevista seria.
Yo temblaba como un animalito, y Marshall, que entonces tenía setenta y ocho años, estaba mal, muy mal. Necesitaba una bombona de oxígeno, pero quería hablar. Solamente había aceptado que le entrevistara una estudiante asustada como una ardilla porque era de Barcelona. Y su primer contacto con la guerra había sido en las Ramblas, prácticamente adolescente, calle abajo, rumbo a un burdel. Después se complicó todo, claro.
Con Sol Frankel me pasó un poco lo mismo, pero temblaba un poco menos, porque era más cálido. Marshall se había pasado al bando comunista duro y se había desengañado. Tenía mal carácter. Frankel, no. Sus recuerdos de la guerra estaban matizados por el tiempo. Lo inolvidable era su cojera, provocada por un primer enfrentamiento en barricadas antifascistas en Spitalfields, antes de la guerra. Spitalfields también era un mal barrio.Es lo que tenían, los brigadistas ingleses, que venían de barrios pobres.Frankel se lio a pedrada limpia contra el auge de los fascistas en su barrio y se jorobó la pierna. Aún así se subió a una moto, les dijo a sus padres que se iba a ver a un primo a París, y se fue a la guerra. No reconoció el cartel en los Pirineos que ponía “España”, porque no sabía ni eso, de español. En cuanto cruzó, también se le complicaron las cosas, claro.
Para cuando conocí a George Wheeler, ya no sabía qué esperar. “Tatcher es una zorra”, fue lo primero que me dijo cuando me abrió la puerta de su casita en Croydon. Tenía una barba roja que le llegaba hasta el ombligo, y muchas ganas de enfadarse. Con los tories, eso sí. Odiaba a los tories. A muerte. Tomamos té y galletitas de chocolate mientras él recitaba un discurso de la Pasionaria. Hablamos un poco de política y compromiso. “No sabes nada”, me dijo. Y tenía toda la razón. Pero es que a él se le habían complicado muchísimo las cosas en El Jarama.
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David Marshall murió el 19 de octubre de 2005. Había luchado en el frente al oeste de Madrid. Fue herido por una bala en 1937 y trasladado de vuelta a Inglaterra, dónde continuó luchó activamente contra la política de no intervención del gobierno británico.
Sol Frankel murió el 26 de julio de 2007. Había luchado en el frente de Albacete tras cruzar la frontera de Francia de noche y ateridode frío. Fue herido en la mano derecha en 1938 en la batalla del Ebro. Pese a que su mano quedó paralizada, al volver a Londres se hizo sastre.
George Wheeler murió el 11 de febrero de 2006. Había luchado en la batalla del Ebro y fue capturado por el bando fascista. Pasó siete meses en prisión, dónde fue sometido a torturas. Fue liberado en 1938, y regresó a Inglaterra. Se hizo carpintero.