Chuck Palahniuk

Que Chuck Palahniuk no conteste nunca más. Que se quede ahí, mirando al infinito para siempre, joder, durante más del maldito minuto y medio que llevamos esperando a que conteste la pregunta de un bloguero en esta mesa llena de aguas embotelladas y nespressos, y mira que íbamos bien, íbamos perfectamente en esta entrevista conjunta en la que nos ha metido Mondadori, íbamos como dios, no había ni un problema, Chuck majo, Chuck legal, Chuck molando todo, en realidad resulta que va Chuck y es encantador, y amable, y resolutivo, y hasta simpático, joder.

No queríamos molestar a Chuck.

Que Chuck Palahniuk no conteste nunca más. Eso es lo que está pasando. El horror absoluto. El terror helado. El tiempo se dilata y cae una moneda al suelo, y juro que no es una imaginación mía, cae una maldita moneda al suelo y rueda y hace ese ruido que hacen las monedas cuando ya caen tumbadas por la propia fuerza de la gravedad y finalmente se detienen. Chuck Palahniuk tarda tanto tiempo en contestar que llego a notar la última vibración de esa moneda y puedo jurar que es de un euro, es una moneda de un euro seguro, y es que como se te ocurre, tío, como se te ocurre bloguero de Underbrain acabar la entrevista conjunta con un: “Si el mundo acaba en 2012 realmente, ¿cual sería tu última voluntad?”, cito de memoria, estoy congelada en ese momento, no puedo pensar que realmente esté pasando lo que está pasando, Chuck Palahniuk no mueve ni un puto átomo de su cuerpo, se ha quedado suspendido ahí en medio de la nada, se ha parado el tiempo como en una de esas pelis de ciencia ficción de los setenta dónde se congela la imagen, y pasan los minutos, pasan y pasasn, e íbamos muy bien hasta ese momento, de verdad, estábamos SURFEANDO LAS OLAS de las buenas entrevistas con una estrella americana de las letras. Alvy Singer iba a tope con todo, que si la influencia de la entrevista, que si sus ensayos, el muy listillo se ha sacado de la manga hasta Carrie, La Novela No La Película y Chuck encantado, y el resto también, Alvy nos ha hecho quedar eruditos a todos con Carrie La Novela No La Película, buenos periodistas, todo bien, todo de puta madre.

Pero Chuck se ha quedado quieto como una estatua con la pregunta del 2012 y no habla y no se mueve y yo empiezo a darme cuenta de lo realmente atroz: que toda esa amabilidad puede ser una patraña. Estamos ante el hombre que hace llorar a la gente con sus historias, que la gente se demaya, joder, que la gente no puede con la vida, joder, que NO SOPORTAN sus historias, que Palahniuk es un degenerado, no hay más que verle, que yo leí Asfixia, y Snuff, y «Tripas», y en esta última historia a un tío le succiona el colon el desagüe de la piscina. El colon. Y después el cabrón vive solo con quince centímetros de colon, y no crece, se queda ahí, con trece años para siempre. Esas son las cosas que imagina Palahniuk. Por mucho que se pronuncie Po-la-nic, estamos hablando de Chuck Palahniuk, que huele bien y va al gimnasio y es tranquilo y pausado y atento. No puede ser. Este es el jodido Patrick Bateman. FIJO.

Por el rabillo del ojo miro a Alvy, que parece haber captado mi referencia mental a Brett Easton Ellis y me mira, casi con admiración, o con miedo, yo ya ni sé, solo quiero que Chuck HABLE, que diga algo. A mi izquierda tengo a Raúl Minchinela, pero a él sí que no me atrevo a mirarle, es capaz de hacer un video con esto y lo que nos faltaba, amigos, Palahniuk sin hablar y todos en youtube.

Que Chuck Palahniuk no conteste nunca más cuando íbamos tan bien. Habíamos hablado de su novela, de sus novelas, del amor, la ficción, la no ficción, el teatro, los cotilleos de Hollywood. Habíamos hablado del formato de su obra, que si las negritas, Chuck ahí, todo relajado, Chuck bien, Chuck molando si es que se puede relajar a un hombre que tiene antebrazos perfectos, pectorales de granito y mente privilegiada, no, esa peña NO SE RELAJA, y ya habíamos vislumbrado algún indicio de que la perfección entraña extrañeza. Ante una pregunta anterior, Palahniuk había hecho una pausa de quince segundos, una pausa algo inquietante, la mota de una duda. ¿Quince segundos? Un poco largo. Pero ahora quiero irme con mi mamá. Estoy en un hotel con cuatro blogueros a quien nadie echará de menos y con Chuck Palahniuk, el maldito estrangulador de Boston.

Alguien tose. Chuck Palahniuk, joder. CHUCK PALAHNIUK.

Y entonces, milagrosamente, Palahniuk se mueve, respira, abre los ojos y dice: “Me gustaría que todo el mundo adoptara a un perro callejero”. Y respiramos todos. Respiramos todos, joder. Chuck Palahniuk, joder.

El acto de Cristina

Hacer crónica en vez de noticia dura te vuelve un ser peculiar. Ojo, no lo digo como algo bueno. Te convierte en un hurón del detalle estrambótico, de la anécdota delirante, de todo aquello que produzca lo que necesitas conseguir: una tesis. Porque eso es lo que necesitas para abrir y cerrar una crónica: la tesis. Y en la búsqueda de la tesis, olisqueas las pistas que son los detalles. Eso es bueno cuando el evento es frívolo y te puedes regalar con los detalles y hacer teorías absurdas porque, ya que estás en un evento sobre zapatos, por qué no compararlo con Deleuze, carajo.  Pero es malo, especialmente malo, cuando el acto es aburrido. Y es que, como enseña la vida, no se saca agua de las piedras.

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Pero esa tara del cronista es necesaria especialmente cuando lo que tienes es una puesta en escena. Ante tanto dato vertido en estos últimos dos días, qué bueno recuperarlas. Es ahí donde el ojo por el detalle se convierte en un rasgo imprescindible.
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Vamos al asunto:

1. Cristina Fernández de Kirchner  (CFK, de ahora en adelante) es anunciada. Semblante grave. Tiene algo importante que decir, algo que no permite la sonrisa coqueta de otras veces. Siguiendo el vocabulario porteño, podríamos decir que el labio no es frost sino nude, el brushing es suave, casi podría pasar por no ser latinoamericano. El trajecito impecable, pero sobrio. Obviamente, negro.
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2. ¿El lugar elegido? El Salón de las Mujeres Argentinas de la Casa de Gobierno.
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3. CFK es aclamada por los militantes. Para un observador europeo la escena es cuanto menos curiosa. Los gritos en una comparecencia que CFK insiste en contener son parecidos a los de una hinchada futbolera. Brazos en alto, cánticos que ondean: Yoooooo, yoooo soy argentinooooo, los soldadooooos del Pingüinoooooo (1).
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4. La voz de fuerte acento bonaerense de una mujer describe quienes comparecen: todo el poder ejecutivo,  representantes sindicales y de los principales organismos de derechos humanos. CFK manda callar con la mano. Comienza la sesión. La voz de la mujer sigue hablando, CFK mira de soslayo, seria. «De la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina«. La voz no puede seguir, es ahogada por los gritos de apoyo. CFK seria, se pone en pie. Todo su equipo también. Vuelven a sentarse y se reanuda la sesión.
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Esto se repite incesantes veces a lo largo del acto: cada vez que un punto toca la soberanía nacional, el público se enciende, CFK pide silencio, solemne, con la mano, y la voz sigue.
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5. Finalmente, CFK habla, acogida por los gritos de apoyo: «soy soldadooooo de Cristinaaaaa«. En el encuadre perfecto: a nuestra izquierda, la bandera. A nuestra derecha, el edificio sobre el que se ve el rostro, casi un pictograma, de Eva María Duarte de Perón. Evita.
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6. CFK se dirige a todos los argentinos. Sonríe por primera vez, relajada.  Volvió de la cumbre de las Américas por «lo que hoy nos ocupa».
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Lo que entonces nos ocupó ya lo conocemos todos, a día de hoy.
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Estas fueron las primeras declaraciones de Mariano Rajoy sobre el caso Repsol-YPF: le pillaron sentado en el World Economic Forum, con unos auriculares alrededor del cuello, y no pudo hacer otra cosa que «expresar un profundo malestar».
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Por las declaraciones del presidente, parece ser que es una decisión muy negativa para todos. Especialmente para la empresa, dijo. Dijo leyendo.
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Dos discursos, dos puestas en escena. ¿El ganador? Bueno, convengamos que Rajoy no parece tener a nadie que le cante.
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(1) El Pingüino es el mote cariñoso con el que se conoce al fallecido presidente Néstor Kirchner.
La comparecencia de CFK entera, aquí.
Las declaraciones de Mariano Rajoy, aquí.