Hace poco más de una década, cuando Madonna sacó el disco Music, fue portada de la revista Rolling Stone-en todas las ediciones-. Allí, Madonna salía vestida con falda escocesa, sombrero de cowboy e iba estupenda, después de su regreso triunfante con su anterior trabajo, Ray of Light. Su nueva cabellera rubia ondeaba al viento y su rostro era firme y seguro porque había ganado .

Pero además, Madonna hacía declaraciones. Corría el año 2000, y empezábamos a vivir el auge de lo que acabó conociéndose como el «pop frívolo» y Madonna sentía que se podía quejar. «Todas estas chicas, cantando sobre tonterías», dijo, hablando de Britney Spears, Christina Aguilera. «Que alguien vuelva y reinvente el punk». Ay, cariño. Ay, Madonna.

Pero esto no es una crítica musical. Ni siquiera hace las veces de una crítica cultural: los dos párrafos anteriores son un símil. Un símil frívolo, cierto. Pero aquí va: en este símil, el status quo de partidos catalanes es Madonna, y la sociedad civil es la carcajada que soltamos todos cuando a los tres años de estas declaraciones se dio unos besos  en la gala de MTV con Britney y Aguilera, alternativamente. Donde dije digo una cosa, hago otra. Donde lo que está mal, está bien simplemente porque el mundo no se adecua a mi programa. Donde uno se sube al carro porque nadie tiene memoria y total, la socialdemocracia se la llevó el viento y resulta que ahora «se ha acabado el todo gratis» (Xavier Trias dixit).

Y ahora, como Monty Python, vamos a algo completamente diferente.

Tomemos como ejemplo el tema de las guarderías en Cataluña, probablemente uno de los disparates más claros alrededor del servicio público de los últimos tiempos.

1.El curso 2011-2012 comenzó movido: el concejal de Educación y Universidades del Ayuntamiento de Barcelona, Gerard Ardanuy insinuó un cambio de modelo en la gestión de las guarderías de la ciudad y la apertura a la externalización y a la subvención de las guarderías privadas. Recordemos que en los últimos años, la enseñanza infantil entre 0 y 3 años en la ciudad había aguantado el paulatino aumento de horas por semana de su personal mientras no se garantizaba la construcción de más guarderías públicas.

2. Ante la indignación y organización de los trabajadores públicos, hace unos días, el alcalde Xavier Trias garantizó la continuidad de las guarderías tal como las conocemos en declaraciones a Catalunya Ràdio.

3. Esta misma semana se hacía pública la intención de aprobar un nuevo modelo de gestión de las guarderías públicas. Y este nuevo modelo de gestión es el siguiente: más alumnos por aula-sin aumento de personal contratado-, la reducción del 40% del personal de apoyo de mediodía, la privatización de la gestión de tres guarderías que comenzarán a funcionar el próximo curso y la no construcción de nuevas guarderías.

4. Este diario publicaba el 9 de febrero que la prestación anual para niños a cargo, de 640 euros, acumula retrasos en el pago de más de un año.

5. La consejera Rigau declaraba esta semana que las guarderías son un servicio no esencial y por lo tanto, recortable.

De todo ello se deduce: el gobierno tiene claro un modelo de gestión de lo público: las cosas cuestan dinero. Repetir esta frase le ha comportado enemigos, pero también simpatías entre los partidarios de «frenar el despilfarro». Se le olvida que todos pagamos lo que «ya no es gratis».

Y ahora volvemos al punto de partida. Reitero: el símil era frívolo. Si no lo frivolizo, veo a niños sin escuela, a maestros sin sueldo, a familias sin trabajo ni ayuda estatal. Si lo frivolizo, veo lo que ve el gobierno: un símil. Datos. A veces hay que hacer el esfuerzo para intentar entender en qué demonios están pensando. Aunque no funcione.

(Publicado en la edición catalana de Publico el 12 de febrero de 2012)