Durante mucho tiempo quise ser visible
A veces me acuerdo de esa época y me da risa.
Iba a los conciertos, hablaba con compañeros periodistas, me hice amiga de músicos, fotógrafos, críticos, gente de la cultura.
Qué cosas pasan. Qué cosas nos pasan. Ahora en Periódico Diagonal escriben sobre el indie y el machismo y todo el mundo (los demás) se llevan las manos a la cabeza. Curiosamente —o no—, conozco a varios que lo han escrito, porque aquí, en estas esferas, uno se acaba conociendo. Ese es el tema: que todos nos acabamos conociendo. Supe que estaban gestando un artículo, y me alegré. Son temas que quien más quien menos lleva debatiendo un tiempo. Cada uno desde su lugar. Cada uno tiene su lucha.
He leído el artículo, y me resulta muy interesante como visibilizador de una problemática —que no iniciador—. El papel de las mujeres en el indie (entendiéndolo como música/cultura independiente) es exactamente el mismo (o peor) que en el resto de los ámbitos sociales: un papel menor que sus compañeros e injusto. Le pese a quien le pese. Es absurdo tachar a Rockdelux de medio machista. Me parece que simplemente se ha tomado ese medio como un epítome de a quién representa.
¿A quién apela el indie? Y ahí está el problema
Sí hay mujeres haciendo música.
Sí hay mujeres periodistas culturales escribiendo sobre música.
Sí hay mujeres trabajando en la industria musical.
El tema es que a casi nadie le importan. Ni a sus compañeros de viaje.
¿Por qué?
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Durante mucho tiempo quise ser visible. Después se me pasó.
Con el tiempo me di cuenta de que el problema no son las tetas de los videos de Canada. Ni las letras de Los Planetas. Ni siquiera que David Carabén salga en un anuncio del Banco Sabadell y luego una gran parte de esa “escena” vaya al Palau de la Música a hacerle la ola a Mishima.
El problema es que al indie, como sector, no le gustan las mujeres. No hablo de homoerotismo —eso daría para otra reflexión mucho más graciosa—. El problema es que realmente no les gustan. No les gusta hablar con ellas, trabajar con ellas, hacer cosas con ellas. ¿Cómo van a ser plurales los espacios culturales si no te gustan las mujeres? Anoche le explicaba esto a una amiga, trabajadora en un ámbito de la cultura independiente —no la música— y apuntaba: “Habría que hablar del conservadurismo que impregna todo lo que tiene que ver con el indie: la idea de clan (por barrios, por escenas, por bares incluso), la impermeabilidad con otras disciplinas artísticas. Es ése conservadurismo el que hace al indie machista”.
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Y ahí voy: cuando en tu esfera de actuación no hay mujeres es porque has elegido que no sea así. Si no tienes amigas, no tienes compañeras, y a pocas mujeres vas a llamar para colaborar en un proyecto (ya sea musical, cultural o periodístico, que aquí se están mezclando todo).
¿A qué te acostumbras? A que en las esferas que transitas diariamente no se reconozca que existes. A escuchar críticas a mujeres por su comportamiento promiscuo, frívolo. A que tus compañeros te digan dónde sentarte, qué decir, cómo comportarte. Nos ha pasado a todas. Y cosas mucho peores, lamentablemente.
Pero eso no es lo importante. Lo que importa es la intimidad, en realidad. Las relaciones que mantienes con tu entorno marcan los referentes que creas. Si no te gustan las mujeres es muy posible que no formen parte de tu imaginario. No las ves.
Ahí es cuando yo dejo de existir. Yo, y todas aquellas que en un momento dado nos dimos cuenta que era un soberano coñazo estar en una escena cultural dónde le estabas aguantando el abrigo al otro y dónde nadie te escuchaba.
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