Olwyn, que inmediatamente se arrepintió de la discusión, recuerda haber pensado después: ‘¿Por qué no dice nada ella?’ (…). Uno no puede sino caer en la cuenta que lo que enciende a Olwyn es el silencio de Plath. Recordamos la asociación de Hughes entre autenticidad -el ser real- y la estupidez. Pero aquí la estupidez es percibida como agresión. Olwyn ataca verbalmente a Plath, pero las palabras de Olwyn son sólo palabras, es la falta de habla de Plath (Medusa), el arma castigadora y mortal.
(La mujer en silencio, Janet Malcolm).